Escritos con café

Todo es incierto contigo, querida mía,  esta conexión ambivalente a veces aquí,  a veces allá presencia con carencia. Te aprecio mi querida transitas en mi vida como el aroma que lleva el viento. Me abraza la desesperación y llegas, con el sonido del reloj te vas ¿Cómo lidio con tu ausencia? Ese nudo en mi garganta me recuerda tu olvido, tus abrazos tiernos, esos que saben encontrar su lugar  en la soledad de mis entrañas. ¿Qué hacemos mi querida? Te extraño en demasía, en el espejo veo las lágrimas que surcan mi rostro, mientras te pienso lejos. Corro, grito, me abrazo y reflexiono en ese lazo que nos unirá por siempre. Siempre seremos dos almas mi querida,  dos personalidades que colisionan  una y otra vez, ¿Quién sabe? tal vez de tanto colisionar, aprendamos a quedarnos unidas.

Ahí están, el campesino y su gente ahí sus manos curtidas por el trabajo ahí su mujer, sabia y hacendosa. Esa mujer serena, la eterna compañera, con su sonrisa ligera y esos ojos marrones que  relatan el paso del tiempo. Ahí sus hijos  jóvenes, fuertes, muchachos de esfuerzo. Aprendieron de sus padres el transitar en la vida, esa vida que va cuesta arriba. ahí sus hijas esas muchachas, que entre sonrisas melodiosas disimulan la lágrima solitaria que riega el rostro. Bellas flores que se abren a la vida inocentes, curiosas, suaves pétalos de rosas. Ahí están, el campesino y su gente ahí la brisa que les envuelve, ahí el árbol que les da cobija,  en esas  soleadas tardes de verano. Ahí esa azulada montaña con majestuosidad imponente sella el cuadro del campesino y su gente.

Fuerte, enérgico y maduro despiertas mis instintos más profundos, esa sed abrasadora, ese calor envolvente,  ese olor que enloquece mis sentidos. Café, viejo amigo! apunta el alba y con regocijo pienso en ti, compañero de labores, estudios  y planificaciones. Amable amigo de largas y gélidas  noches solitarias, silencioso y aromático cómplice de lecturas. Café, invisible viajero de la mano del tenaz, del amigo, del aventurero surcas los cielos, los mares y el tiempo con tu esencia tostada y mirada castaña. Café, testigo de reuniones, desencuentros,  llantos, alegrías y tardes de melancolías,  ¿quién lo diría? siempre el amado café; siempre es el mismo.

De grises y anaranjados  se adorna el paisaje. esa gama de hojas secas melodías que crepitan al paso  de un atardecer nublado. Desnudos   árboles embellecen colinas y hermosos parajes. Alfombra de oro que se extiende desde el horizonte. Sostiene cual columna este dorado paisaje. Hojas tambaleantes se desprenden y danzan. La brisa fría les cobija guiando sus pasos aletargados. Esta decadencia mía pasmada de belleza gélida. Indiferencia, soledad y unas cuantas gotas de tristeza. Aquellas almas que vagan son espíritus de árboles dormidos, criaturas que inician un nuevo ciclo o hibernan para no morir de frío. Otoño de fuego o hielo estación de llamas doradas. Monarca opresor de momentos notas dulces, risas valiosos momentos. La horas se abalanzan a días nublados, colores opacos, medias, chalecos y camisas, abrazan a corretear por el valle. Los pájaros se marchan se resguardan del frío, los abr...

Delicia de grana jugosa, dulce y sana. Te conocemos desde la infancia diversos batidos, postres y unas cuantas tartas. Diciembre nos alerta tu llegada. Arboles cargados de frutos celestiales. Manzana!  Rojas, verdes y amarillas. Depende de la semilla, sus sabores nuestros manjares. Apunta el amanecer y  visito el huerto. Mis ojos se deleitan en tu aspecto. Jugosa manzana! Desprender un fruto es inevitable. Saciar las ansias con tu dulce elixir castaño, es como la felicidad del enamorado que ve a su amada por primera vez. Un paisaje de rubí que la brisa mece, desprendiendo aromas que enloquecen hasta el alma. Fruto de pasión, amor y coraje. Semilla del campesino. Manzana! en tus hombros cargas recuerdos.  Charlas familiares,  esos momentos inextinguibles. Mermeladas y caramelizadas. Mañana, tarde y noche Dulce alegría de infancia.

Dedicado a Ruth Radiante e imponente saluda el astro rey. Sus rayos dan paso a un nuevo día. Me levanto y observo el reloj, son las 8 en punto. Mis labios dibujan una sonrisa. Una ducha fría, algo de rubor  y una blusa azul.  Azul como a ti te gusta. Recuerdo tu mirada de alegría. Recuerdo tus palabras de complicidad. Hay tantas cosas que me acercan a ti El roce de esta blusa con mi piel,  son como tus abrazos cálidos. Pienso en ti. Estas tan lejos. Aunque un trozo de ti, esta tan cerca de mí. Tu espíritu jovial. Tu alegría niña. La respiración entrecortada de los paseos a media tarde. En la distancia este sol que me sonríe,  también ilumina hoy tu ventana. Niña allí en tu habitación, en la soledad dormida o abrazada de compañía. Los latidos de tu corazón ya resuenan en el tie...