Escritos con café

Dedicado a Ruth Radiante e imponente saluda el astro rey. Sus rayos dan paso a un nuevo día. Me levanto y observo el reloj, son las 8 en punto. Mis labios dibujan una sonrisa. Una ducha fría, algo de rubor  y una blusa azul.  Azul como a ti te gusta. Recuerdo tu mirada de alegría. Recuerdo tus palabras de complicidad. Hay tantas cosas que me acercan a ti El roce de esta blusa con mi piel,  son como tus abrazos cálidos. Pienso en ti. Estas tan lejos. Aunque un trozo de ti, esta tan cerca de mí. Tu espíritu jovial. Tu alegría niña. La respiración entrecortada de los paseos a media tarde. En la distancia este sol que me sonríe,  también ilumina hoy tu ventana. Niña allí en tu habitación, en la soledad dormida o abrazada de compañía. Los latidos de tu corazón ya resuenan en el tiempo. ¡Dueña de

Tengo un amado amigo. Me acompaña desde la infancia. Aveces en postres, en tazas, bombones o barras. Es dulce y amargo ¡Que complicado! ¿Su nombre? Chocolate. ¡Vaya impresionante! Amado y odiado.  Produce en muchos controversias. Este amigo de cacao. Salvador de ansiedades, días largos y noches de soledades. Lo encuentras por variedad. Aquí, allá, en muchos lares. Empapado de emociones. Sencillo o elegante salvador de romanticones. Se muerde, bebe o simplemente huele. De muchas formas ¡Siempre presente! Mi amigo castaño, blanco, moreno o dorado. Da igual como este fabricado. Sabores hay por montones. Aunque entre tantas variaciones. Mi amigo no cambia, en esencia  Pasión o seguidores. ¡Bien amado Chocolate! En mi cartera, remera o entre mis labios. ¡Me acompaña a todos lados! Energético, proteico, sano y saciante. Mi amigo, tu amigo, del veterano  Y el estudiante.

(Con mi Esposo Joshua) Complejo y delicado es compartir la vida. Compartir los planes, proyectos y pesares. Vivir apasionado por alguien. Alguien a quien se ama más allá de las diferencias. Alguien que nos contiene en los días de invierno. Alguien que aplaude solo en la multitud, mientras el resto nos ignora. Alguien que nos observa con ojos de amor puro. Alguien que sabe hallar lo bueno en un corazón atribulado. Alguien con quien disfrutar todos los momentos. Disfrutarlos de verdad. Independiente que fuera de los muros, el terror aceche con bravura. Independiente de las olas y el mar tormentoso. Independiente de la fiereza del viento. Independiente de los ojos incrédulos. Compartir la vida, sus triunfos y sus males. Sabemos que el mundo lleno está de ruidos, de oscuridad y miles de peligros. Aun en la alegría y la maravilla de un destino juntos, nos atisba la maldad, el dolor y la injusticia. Pero en cada uno de los momentos grises. P

                                       (Poema dedicado a mi papá) Y llegó el momento, ese segundo que espere con anhelo, como si fuese el único. Me bañe de emoción y sonrisas, abrazos miles y unas cuantas caricias. Pero entre la algarabía de la muchedumbre, me faltaba un pedazo de alma, un trozo de cielo despejado, un instante de ternura y silencio. Llegó el minuto volando a son  de un millar de teclas de piano. Palabras cómplices, rostros de emoción, vivos colores adornan el ambiente. Y entre la multitud, extrañé tu mirada. Extrañé tu silencio y ojos húmedos, añoré tus palabras de contención. Tu brazo, dulce sostén en los días helados. Segundos que no volverán. La música suena con prepotencia. Alguien agita la mano. Mi Amigo y protector, ha llegado mi turno. Sola transito entre una barrera de gentío. Pienso en ti. En tu piel morena y cabello negro. Cierro mis ojos y en la distancia me conecto a tu mente. Me observo en tus bellos

Mi corazón clama a voz en cuello tu nombre. Si aún más allá del infinito existieras, seguro encontraría la forma de hallarte. De mis días de abril, ya queda poco, y el tiempo cual viajero apresurado, no da descanso. La neblina y el viento frío, predicen la llegada del temible y blanco invierno, entristeciendo cada día mi corazón, que sin protección y cobijo, llora desconsoladamente buscando abrigo. Solo conoce a la esperanza, quien cada día, egoísta, amenaza con marcharse, dejando a su paso, una gran alfombra gris de desconsuelo.

Confieso que yo también amé con locura, con devoción y soltura. Confieso que muchas veces se agitó mi corazón cuando le vi acercarse. Confieso que en sus brazos de fuego, me derretí como el hielo. Confieso que sus besos estimulaban mil mariposas de emoción. Confieso que me encariñe más allá del limite, de su sonrisa traviesa, de sus manos suaves, de su mirada profunda y perversa. Confieso que dolió su partida, y aunque cueste el universo, intento olvidarle. Ya sabes, no eres el único, resulta que ambos deseamos lo mismo. Cicatrizar heridas, clausurar portales, recuperar ese pedazo de ser restante, para ser completos y al fin, comencemos a escribir nuestra historia.